Hasta donde yo sé, Jutta visitó dos veces Chile, y me consta que tenía un gran cariño a los chilenos y una especial admiración; nunca olvidó los viajes que hizo a nuestro país, ni a sus innumerables amigos chilenos.
Uno de sus más importantes artículos lo escribió precisamente partiendo de lo que vivió, en uno de sus viajes, a Chile. El artículo se publicó originalmente en alemán y me "regaló" los derechos de autor; lo publiqué aquí: Zerstört Der Feminismus die Familie?
En su momento, traduje el artículo al castellano (traducción que ha sido abundantemente copiada por páginas espanolas, en contra de todo concepto de justicia y de respeto por la propiedad intelectual, sin citar la fuente) y está publicado en Humanitas N° 7, El feminismo, destruye la familia?
El texto al que me refiero es el siguiente (la rectora que visitó Jutta es Alicia Romo Román):
Hace poco, leía un artículo en que, con gran profusión de palabras, se pretendía explicar, por qué el feminismo destruye la familia. Quedé un poco sorprendida y comencé a pensar en ello. ¿Realmente destruye el feminismo la familia? Sin querer, recordé un suceso que me ocurrió hace algún tiempo en Sudamérica. En Santiago de Chile, me habían dicho que una persona, conocida como una enérgica feminista, quería discutir conmigo acerca del tema de la mujer. Se trataba de la fundadora y rectora de una universidad privada. Habíamos concertado una cita. Me preparé para una intensa discusión y, luego de unos días, acudí al encuentro con un cierto ánimo de ir a la ofensiva. Cuando entré al Rectorado, me sorprendió ver que en la muralla colgaba una imagen grande de la Virgen. La rectora era una señora muy amable y bien arreglada. “Yo trabajo, con todas mis fuerzas, para que las mujeres puedan estudiar y obtengan puestos de trabajo”, me dijo. “Sueño con un sueldo para las dueñas de casa y con la supresión de la pornografía. Me llaman feminista, porque devuelvo todas las cartas que recibo, dirigidas al Rector; porque esta Universidad no tiene un rector, sino una Rectora”. Y, entonces, señaló, sonriendo: “Y no tengo nada contra los hombres. Estoy casada hace mucho tiempo y quiero a mi marido más que hace treinta años”.
Es evidente que un feminismo así no destruye la familia. Pienso, incluso que es extremadamente favorable para la comunión de los esposos y para la familia misma, ya que devuelve a la mujer la dignidad que, en ciertas épocas y culturas, y parcialmente en la actualidad, le ha sido y le es negada.
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