Con el título Aborto: la gran paradoja, el Mercurio publicó ayer una carta de la Dra. Gloria Valdés Stromilli, miembro de Número de la Academia Chilena de Medicina. La Dra. Valdés me autorizó expresamente a publicarla en mis blogs y a difundirla, lo hago aquí con mucho gusto y agradeciéndole su gentileza y defensa de la vida humana. Pienso en un παράδοξον
Señor Director:
Cuesta en el momento actual entender que se haya repuesto en el Parlamento la discusión de la Ley de Aborto Terapéutico, para apoyar la interrupción de embarazo que potencialmente puede poner en riesgo la vida de la madre.
Cuando el dolor y los esfuerzos que se realizan para recuperar los cuerpos de las 21 víctimas del accidente de Juan Fernández reafirman el valor de cada vida humana.
Cuando el progreso tecnológico permite distinguir que a las tres y media semanas después de la concepción el embrión se diferencia claramente de los tejidos maternos, y que 11 semanas y media después posee un sistema nervioso, y es capaz de reaccionar a estímulos. Cuando este mismo progreso está permitiendo tratar in utero condiciones que ponen en riesgo la vida fetal, o reconocer anomalías incompatibles con la vida como anencefalia (4.5 en 10 mil nacidos vivos) o agenesia renal (2.3 en 10 mil nacidos vivos), con el fin de que los padres puedan prepararse para abreviar el embarazo y darle al niño la posibilidad de morir en sus brazos.
Cuando el sistema de salud ha desarrollado el Plan de Garantías Explícitas, una estrategia para cubrir en forma completa las enfermedades más prevalentes como cardiopatías congénitas, para detectar y manejar precozmente el cáncer de cuello uterino (que afectaría a un caso en 2.200 embarazos), y para prevenir el deterioro de la función renal, condiciones que podrían afectarse con el embarazo, y que durante este requieren vigilancia multidisciplinaria y tratamientos de excepción.
Cuando las posibilidades de anticoncepción no abortiva son múltiples y permiten prevenir el embarazo en mujeres con diagnóstico previo de enfermedades que pueden exacerbarse, o poner en riesgo al embarazo. Cuando tenemos la posibilidad de manejar exitosamente al niño que nace prematuramente para adelantar en la madre un tratamiento contraindicado durante el embarazo. Cuando un gran número de parejas infértiles, y los especialistas que los tratan, realizan inmensos esfuerzos para lograr un embarazo.
Hay que reconocer que existen condiciones, como la enfermedad de Marfán (que afecta a 1 de 10 mil a 20 mil individuos), y enfermedades inmunológicas del tejido conectivo que acarrean alto riesgo a la madre, pero estas patologías tienen una expresión clínica evidente. Tenemos experiencia nacional que la hipertensión pulmonar, una condición que se señala como de alto riesgo para la madre, puede ser manejada en forma multidisciplinaria, sin perjuicio de la salud de la madre o de su hijo. También con la factibilidad de manejar el embarazo en mujeres sometidas a diálisis. Queda el embarazo producto de una violación, pero frente a la mayor agresión física y emocional que un hombre puede cometer contra una mujer, tenemos como sociedad que encontrar una forma de prevenirla, se acompañe o no de embarazo.
Ojalá la discusión de este proyecto de ley no se limite a la discusión parlamentaria, sino que promueva un amplio análisis social. He tratado de dimensionar el problema para demostrar que esta ley estaría genuinamente legislando para excepciones, y potencialmente puede abrir la puerta a indicaciones con límites imprecisos como el compromiso psíquico materno.
Ante una tasa de natalidad en descenso y al envejecimiento de la población, definir quién puede nacer y quién representa un riesgo que no sólo afecta a las personas directamente involucrada, sino a la sociedad entera.
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