sábado, 31 de marzo de 2012

Enseñando corrupción

Reproduzco aquí esta carta de un estudiante de derecho, aparecida ayer en El Mercurio de Santiago:

Viernes 30 de Marzo de 2012

El otro día, en la universidad, hacía cola en la cafetería. Como era el cambio de hora, había muchos alumnos. Tras varios minutos esperando mi turno, apareció otro profesor con un par de volúmenes de derecho procesal bajo el brazo. Dos alumnos que estaban delante mío lo saludaron afectuosamente, y el profesor respondió de igual manera. Tras conversar un rato, el profesor cogió un yogur de vainilla de la góndola del lado de la caja y un paquete de galletas. Y se los entregó a uno de esos alumnos, con un billete.

Quedé estupefacto. Llevaba 10 minutos esperando, y esta "lindura" de jurista se ahorraba la cola encomendando a sus propios "educandos" que le comprasen la merienda sin esperar turno.

Y pensé: "¿Esto es un profesor de derecho? ¿Este señor enseña de justicia y legalidad?". Su gesto, sin duda, borraba de un plumazo cientos de sesudas horas de clase, pues enseñaba con su actuar uno de los peores males que estamos sufriendo: el abuso.

Reconozco que no me pude contener y le miré de mala forma. No le dije nada, pero creo que mis ojos bastaron. Pero él ni se inmutó. Y he ahí lo más grave, lector: ¡no se dio cuenta de lo que había hecho! Le pareció -a juzgar por su rostro- "natural y obvio".

No nos quejemos después, cuando los alumnos salgan a la calle a pedir educación de calidad, que destrocen los bienes públicos, incendien micros y golpeen a carabineros. Ya han tenido, en las cafeterías, tremendos maestros del abuso.

B. B. COOPER

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