A dos años de mi intercambio epistolar con el político chileno Carlos Larraín, a través del diario El Mercurio, donde nos respondimos recéprocamente algunas cartas el director, me gustaría copiar los textos de la polémica en este blog. Les prometo que cuando escribí la primera carta, no tenía intención alguna de iniciar una polémica, ni menos aún un intercambio de misivas. Sólo que me parece que la economía social de mercado supone la libre competencia y la probidad.
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Cartas
Martes 03 de noviembre de 2015
¿Cuándo el Estado se ha autodenunciado?
Señor Director:
Por estos días dos compañías se autoinculparon de acuerdos contrarios a la libre concurrencia. Pocas horas después, con poco conocimiento de los hechos, ya tuvimos a todos los puritanos y algunos picados pidiendo la hoguera y a la izquierda alborozada allegando leña.
A propósito, me pregunto: ¿Cuándo se ha visto a un ente estatal denunciar un abuso propio con la decencia y la humildad con que Eliodoro Matte pide disculpas por conductas ajenas? Nunca, y no lo veremos ocurrir.
Este último brote de puritanismo dirigido esta vez contra el sector económico privado es un eslabón más en la cadena que la izquierda está forjando para aprisionar a Chile, siendo que muchos abusos del sector público son padecidos cotidianamente por millones de personas. Sobran ejemplos, pero téngase en cuenta que el Gobierno recauda y gasta una cuarta parte del producto nacional, de manera efectivamente emancipada y autónoma (70.000 millones de dólares, aproximadamente, al año 2014), mientras que el caso Confort es tangencial a un mercado de 400 millones de dólares.
La "posición dominante" no reside únicamente en el sector privado, que tampoco está poblado de seres angelicales, sino en el sector público. Una ilustración: ¿Qué pasó en Codelco a raíz del millón de dólares que "se descubrió" había sido aportado a políticos de la Concertación? Se trompetearon medidas de control interno y no se supo más. Es muy notable la desconfianza radical y universal sobre los actores de la porción no estatal de la vida social, sea la política, la educación o la economía, acoplada con una fe ciega en los encargados de controlar y supervisar, y estos, sin control y sin supervisión efectiva.
Carlos Larraín Peña
Por estos días dos compañías se autoinculparon de acuerdos contrarios a la libre concurrencia. Pocas horas después, con poco conocimiento de los hechos, ya tuvimos a todos los puritanos y algunos picados pidiendo la hoguera y a la izquierda alborozada allegando leña.
A propósito, me pregunto: ¿Cuándo se ha visto a un ente estatal denunciar un abuso propio con la decencia y la humildad con que Eliodoro Matte pide disculpas por conductas ajenas? Nunca, y no lo veremos ocurrir.
Este último brote de puritanismo dirigido esta vez contra el sector económico privado es un eslabón más en la cadena que la izquierda está forjando para aprisionar a Chile, siendo que muchos abusos del sector público son padecidos cotidianamente por millones de personas. Sobran ejemplos, pero téngase en cuenta que el Gobierno recauda y gasta una cuarta parte del producto nacional, de manera efectivamente emancipada y autónoma (70.000 millones de dólares, aproximadamente, al año 2014), mientras que el caso Confort es tangencial a un mercado de 400 millones de dólares.
La "posición dominante" no reside únicamente en el sector privado, que tampoco está poblado de seres angelicales, sino en el sector público. Una ilustración: ¿Qué pasó en Codelco a raíz del millón de dólares que "se descubrió" había sido aportado a políticos de la Concertación? Se trompetearon medidas de control interno y no se supo más. Es muy notable la desconfianza radical y universal sobre los actores de la porción no estatal de la vida social, sea la política, la educación o la economía, acoplada con una fe ciega en los encargados de controlar y supervisar, y estos, sin control y sin supervisión efectiva.
Carlos Larraín Peña
Cartas
Miércoles 04 de noviembre de 2015
Respuesta a Carlos Larraín
Señor Director:
Me sorprende la carta de Carlos Larraín. Me sorprende porque recurre a la infantil retórica que los norteamericanos llaman del "what about". Esta retórica fue usada abundantemente por la propaganda soviética durante los años de la Guerra Fría, y consistía en que siempre que se expresaba una crítica a una conducta soviética, sus defensores, en vez de responder a esa situación concreta, formulaban una contracrítica sobre algún otro problema existente en los EE.UU., sin referirse al problema concreto de que se trata.
En este caso, el ex senador responde a la crítica a la colusión, a la formación de carteles y la investigación consiguiente con un "y el gobierno también". Es el viejo argumento que los escolásticos llamaban "tu quoque". Esto es: "tú también lo haces" (es un seudoargumento que se ve mucho en jardines infantiles). En la base de este argumento del "what about" o del infantil "tu quoque" subyace la idea de que "todos lo hacen", de manera que nadie podría demandar ni denunciar nada, porque los demás también lo hacen, tienen tejado de vidrio, como diríamos en chileno. Una mentalidad así paraliza la vida social y económica de una sociedad.
A mi modo de ver, tanto la democracia como la economía de mercado requieren más que cualquier otro sistema un comportamiento ético, tanto de parte del Gobierno como de empresarios y consumidores. La decisión de no comprar productos de las empresas coludidas demuestra que el consumidor chileno, afortunadamente, se comporta de manera más ética de lo que quisieran algunos empresarios.
Es cierto que Larraín trató de expresar una especie de defensa de los empresarios coludidos, recurriendo a la figura jurídica de la llamada delación compensada y, tal vez, del anglosajón "turn state's evidence". Una defensa muy mal lograda. Sostener que estamos frente a un grupo de puritanos picados de izquierda que juntan leña para hacer una hoguera y... quemar ¿Qué van a quemar? ¿Papel? Esta retórica victimista está absolutamente demás. Pedir disculpas e implementar un sistema de compliance en las empresas sería una respuesta más apropiada y con más futuro que defender lo indefendible como gato de espaldas.
La democracia y la economía social de mercado suponen -más que cualquier otro sistema- el respeto a la ley, al rayado de la cancha, al Estado de Derecho. Nadie está eximido de cumplir la ley. Nadie debería escapar al castigo por no cumplirla. Ni los funcionarios de gobierno ni los empresarios que la violan. Esto no es puritanismo. Esto es Estado de Derecho. La formación de carteles, de monopolios ilegales, la colusión, son gravísimos atentados contra la economía de mercado y contra la más fundamental ética económica.
Marta Salazar
Abogado
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Me sorprende la carta de Carlos Larraín. Me sorprende porque recurre a la infantil retórica que los norteamericanos llaman del "what about". Esta retórica fue usada abundantemente por la propaganda soviética durante los años de la Guerra Fría, y consistía en que siempre que se expresaba una crítica a una conducta soviética, sus defensores, en vez de responder a esa situación concreta, formulaban una contracrítica sobre algún otro problema existente en los EE.UU., sin referirse al problema concreto de que se trata.
En este caso, el ex senador responde a la crítica a la colusión, a la formación de carteles y la investigación consiguiente con un "y el gobierno también". Es el viejo argumento que los escolásticos llamaban "tu quoque". Esto es: "tú también lo haces" (es un seudoargumento que se ve mucho en jardines infantiles). En la base de este argumento del "what about" o del infantil "tu quoque" subyace la idea de que "todos lo hacen", de manera que nadie podría demandar ni denunciar nada, porque los demás también lo hacen, tienen tejado de vidrio, como diríamos en chileno. Una mentalidad así paraliza la vida social y económica de una sociedad.
A mi modo de ver, tanto la democracia como la economía de mercado requieren más que cualquier otro sistema un comportamiento ético, tanto de parte del Gobierno como de empresarios y consumidores. La decisión de no comprar productos de las empresas coludidas demuestra que el consumidor chileno, afortunadamente, se comporta de manera más ética de lo que quisieran algunos empresarios.
Es cierto que Larraín trató de expresar una especie de defensa de los empresarios coludidos, recurriendo a la figura jurídica de la llamada delación compensada y, tal vez, del anglosajón "turn state's evidence". Una defensa muy mal lograda. Sostener que estamos frente a un grupo de puritanos picados de izquierda que juntan leña para hacer una hoguera y... quemar ¿Qué van a quemar? ¿Papel? Esta retórica victimista está absolutamente demás. Pedir disculpas e implementar un sistema de compliance en las empresas sería una respuesta más apropiada y con más futuro que defender lo indefendible como gato de espaldas.
La democracia y la economía social de mercado suponen -más que cualquier otro sistema- el respeto a la ley, al rayado de la cancha, al Estado de Derecho. Nadie está eximido de cumplir la ley. Nadie debería escapar al castigo por no cumplirla. Ni los funcionarios de gobierno ni los empresarios que la violan. Esto no es puritanismo. Esto es Estado de Derecho. La formación de carteles, de monopolios ilegales, la colusión, son gravísimos atentados contra la economía de mercado y contra la más fundamental ética económica.
Marta Salazar
Abogado
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Cartas
Jueves 05 de noviembre de 2015
Un Estado que ocupa más espacio cada día
Señor Director:
Debo contestar a Marta Salazar porque me ha dejado muy mal: como un crío soviético que usa argumentos tomistas para justificar la colusión monopolística. Demasiado oprobio para un alma simple que solo ponderó la reacción viril y decente de Eliodoro Matte ante una conducta ilegal. A la vez hice una extrapolación con lo que está ocurriendo en el conjunto de nuestra sociedad: quienes más censuran y piden sanciones (antes que actúe la justicia) son los propios que están estructurando, paso a paso, una dictadura económica y administrativa. Estos han hecho del tissue el gran confort del Gobierno.
Llama la atención que otros adoradores del mercado en estado ígneo no se alcen con igual vigor contra el itinerario gubernativo que nos lleva a que un solo actor adquiera una posición dominante mucho más peligrosa que la de la CMPC: un Estado (entre nosotros poco se diferencia del gobierno) que ocupa más espacio cada día. ¿Qué efecto tendrá la gratuidad universal sobre la libertad educacional? Faltan vacunas contra la TBC infantil, ¿no tendrá que ver con el tamaño del Minsal? BancoEstado no opera bajo la obligación de repartir utilidades, ¿será justificable que cobre por todo en las cuentas RUT y luego lo distribuya entre los recaudadores para evitar una huelga? Sobre el Registro Civil, monopolio legal y natural (en parte), ¿podría la Fiscalía Económica inquietarse?
No defiendo ninguna colusión, pero no me sumo a linchamientos glandulares y pienso que más grave que conductas aisladas es ser cómplice en la gestación de un ambiente parecido al que exaltaba la quema de las viudas en ciertas culturas. Los parientes debían aportar madera para la "ceremonia", y si era sándalo, mejor. Todo lo que se aborda desde la asociatividad privada viene tarado por la codicia. Todo lo que aborda el Estado viene cubierto por el manto de la inmunidad.
Termino, para no ser menos que la corresponsal, con un apotegma en latín escolar: Quare fremuerunt gentes et populi meditati sunt inania?
Carlos Larraín P.
Debo contestar a Marta Salazar porque me ha dejado muy mal: como un crío soviético que usa argumentos tomistas para justificar la colusión monopolística. Demasiado oprobio para un alma simple que solo ponderó la reacción viril y decente de Eliodoro Matte ante una conducta ilegal. A la vez hice una extrapolación con lo que está ocurriendo en el conjunto de nuestra sociedad: quienes más censuran y piden sanciones (antes que actúe la justicia) son los propios que están estructurando, paso a paso, una dictadura económica y administrativa. Estos han hecho del tissue el gran confort del Gobierno.
Llama la atención que otros adoradores del mercado en estado ígneo no se alcen con igual vigor contra el itinerario gubernativo que nos lleva a que un solo actor adquiera una posición dominante mucho más peligrosa que la de la CMPC: un Estado (entre nosotros poco se diferencia del gobierno) que ocupa más espacio cada día. ¿Qué efecto tendrá la gratuidad universal sobre la libertad educacional? Faltan vacunas contra la TBC infantil, ¿no tendrá que ver con el tamaño del Minsal? BancoEstado no opera bajo la obligación de repartir utilidades, ¿será justificable que cobre por todo en las cuentas RUT y luego lo distribuya entre los recaudadores para evitar una huelga? Sobre el Registro Civil, monopolio legal y natural (en parte), ¿podría la Fiscalía Económica inquietarse?
No defiendo ninguna colusión, pero no me sumo a linchamientos glandulares y pienso que más grave que conductas aisladas es ser cómplice en la gestación de un ambiente parecido al que exaltaba la quema de las viudas en ciertas culturas. Los parientes debían aportar madera para la "ceremonia", y si era sándalo, mejor. Todo lo que se aborda desde la asociatividad privada viene tarado por la codicia. Todo lo que aborda el Estado viene cubierto por el manto de la inmunidad.
Termino, para no ser menos que la corresponsal, con un apotegma en latín escolar: Quare fremuerunt gentes et populi meditati sunt inania?
Carlos Larraín P.
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Cartas
Viernes 06 de noviembre de 2015
Respuesta a Carlos Larraín
Señor Director:
El argumento del tu quoque (tú también) no es un argumento tomista, sino que es una argucia reconocida como tal en la historia de la filosofía. Solo se admite cuando, en Derecho Civil, una parte exige el cumplimiento de un contrato, en circunstancias de que la contraparte no lo ha cumplido, y en el Derecho Internacional se expresa en el principio de la reciprocidad.
En Derecho Público, por su parte, el tu quoque es inadmisible, ya que no hay un derecho a que el Estado trate de manera injusta a nadie. Sería un tratamiento injusto hacer la vista gorda o dejar de aplicar la ley en algún caso, debido a razones subjetivas. La ley es general y es objetiva. No se puede intentar defender a empresarios coludidos arguyendo que funcionarios del Estado "también lo hacen".
El Estado no es un participante más del acontecer jurídico, social o económico. El Estado -en este caso la Fiscalía Nacional Económica- tiene que tomar cartas en el asunto en un caso de colusión, cuando se forman carteles o existe un acuerdo destinado a favorecer a los participantes y perjudicar a terceros. Esto es lo más contrario a una supuesta "adoración del mercado en estado ígneo" de la que habla el ex senador. La alteración del precio natural de un bien o de un servicio es, a todas luces, una "conducta fraudulenta". La autodelación de la empresa en cuestión no fue motu proprio , sino originada por una investigación sobre violaciones de la libre competencia realizada en Perú.
La economía de mercado requiere que se respete el juego limpio. Que se compita en entregar la mejor calidad, el mejor servicio, los mejores precios (que no necesariamente son los más bajos). Y que cada consumidor escoja libremente el producto que quiera. Que goce de la libertad de no comprar algún producto por razones éticas. Es esta la mejor expresión de la democracia económica cotidiana. Un pueblo que se comporta de esta manera está muy lejos de ser "un pueblo que medite cosas vanas" (salmo 2, citado en latín en su carta).
El Estado eficiente está regido por la ley y el derecho. No es un grupo de amigos, ni tampoco un grupo de enemigos. El Estado tiene que velar por el respeto al rayado de la cancha. Si la cancha es dispareja, tiene que emparejarla.
Tanto la corrupción como la colusión tienen que ser combatidas. No es correcto contraponerlas, como diciendo: los unos deben ser castigados, los otros, no. No tiene sentido dar a la lucha contra la corrupción o contra la colusión un tono político, como hace el ex concejal.
Para terminar, insisto en que los empresarios coludidos deberían echar ceniza sobre sus cabezas, entregar a la Fiscalía absolutamente todos los antecedentes, y castigar a sus ejecutivos involucrados. Asimismo, pensar en el futuro e implementar una omnipotente y omnipresente sección de compliance . Y, al mismo tiempo, clamar al cielo: "¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!" (Salmo 50).
Marta Salazar
Abogada
El argumento del tu quoque (tú también) no es un argumento tomista, sino que es una argucia reconocida como tal en la historia de la filosofía. Solo se admite cuando, en Derecho Civil, una parte exige el cumplimiento de un contrato, en circunstancias de que la contraparte no lo ha cumplido, y en el Derecho Internacional se expresa en el principio de la reciprocidad.
En Derecho Público, por su parte, el tu quoque es inadmisible, ya que no hay un derecho a que el Estado trate de manera injusta a nadie. Sería un tratamiento injusto hacer la vista gorda o dejar de aplicar la ley en algún caso, debido a razones subjetivas. La ley es general y es objetiva. No se puede intentar defender a empresarios coludidos arguyendo que funcionarios del Estado "también lo hacen".
El Estado no es un participante más del acontecer jurídico, social o económico. El Estado -en este caso la Fiscalía Nacional Económica- tiene que tomar cartas en el asunto en un caso de colusión, cuando se forman carteles o existe un acuerdo destinado a favorecer a los participantes y perjudicar a terceros. Esto es lo más contrario a una supuesta "adoración del mercado en estado ígneo" de la que habla el ex senador. La alteración del precio natural de un bien o de un servicio es, a todas luces, una "conducta fraudulenta". La autodelación de la empresa en cuestión no fue motu proprio , sino originada por una investigación sobre violaciones de la libre competencia realizada en Perú.
La economía de mercado requiere que se respete el juego limpio. Que se compita en entregar la mejor calidad, el mejor servicio, los mejores precios (que no necesariamente son los más bajos). Y que cada consumidor escoja libremente el producto que quiera. Que goce de la libertad de no comprar algún producto por razones éticas. Es esta la mejor expresión de la democracia económica cotidiana. Un pueblo que se comporta de esta manera está muy lejos de ser "un pueblo que medite cosas vanas" (salmo 2, citado en latín en su carta).
El Estado eficiente está regido por la ley y el derecho. No es un grupo de amigos, ni tampoco un grupo de enemigos. El Estado tiene que velar por el respeto al rayado de la cancha. Si la cancha es dispareja, tiene que emparejarla.
Tanto la corrupción como la colusión tienen que ser combatidas. No es correcto contraponerlas, como diciendo: los unos deben ser castigados, los otros, no. No tiene sentido dar a la lucha contra la corrupción o contra la colusión un tono político, como hace el ex concejal.
Para terminar, insisto en que los empresarios coludidos deberían echar ceniza sobre sus cabezas, entregar a la Fiscalía absolutamente todos los antecedentes, y castigar a sus ejecutivos involucrados. Asimismo, pensar en el futuro e implementar una omnipotente y omnipresente sección de compliance . Y, al mismo tiempo, clamar al cielo: "¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!" (Salmo 50).
Marta Salazar
Abogada
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