Hay un slogan populista que es igual en todo el mundo: los policías son buenos y son cercanos al pueblo... Los jueces, fiscales y abogados en general son elitistas, lejanos al pueblo y malos…
En mi columna de agosto pasado, Hacer justicia por la propia mano, en Chile de hoy, me referí a este tema, pero circunscrito a Chile. Sin embargo, es un fenómeno global, auspiciado por medios que se leen en todo el mundo y se copian unos a otros; pese -oh paradoja- a que sus adeptos generalmente están contra la globalización.
Hay mucho de clasismo en este slogan. Los pobres -en Chile, los Carabineros- son todos buenos. Me alegra mucho que en Chile exista un gran respeto por la policía uniformada. Respeto que -no me cabe duda- es merecido.
Ese respeto se verá socavado si se intenta hacer justicia por propia mano y no confiar en las instituciones republicanas, de las que Carabineros forma parte. A estos grupos, ahora les conviene alabar a la policía; pero, por lo visto en otros países, llegará un momento en que se pondrán también en contra de Carabineros.
Ese respeto se verá socavado si se intenta hacer justicia por propia mano y no confiar en las instituciones republicanas, de las que Carabineros forma parte. A estos grupos, ahora les conviene alabar a la policía; pero, por lo visto en otros países, llegará un momento en que se pondrán también en contra de Carabineros.
Lo que no debería significar que ese respeto se transforme en un desprecio de la Justicia. Paradojalmente, la gente que elogia a Carabineros y desprecia al Poder Judicial es generalmente contraria a Bachelet. Es paradojal, ya que Carabineros depende del Poder Ejecutivo, esto es, del gobierno y el Poder Judicial es independiente del gobierno de turno… Para mí es esto una muestra más del populismo de este argumento.
Estamos frente a un bashing de la justicia, que temo que se hará mucho más fuerte después de la elección de Trump.
Obviamente, se puede criticar una decisión judicial. Los mismos fiscales y abogados la critican y por eso, apelan a un tribunal superior, interponen recursos de todo tipo. Se puede criticar su lentitud (nunca tan lenta como en Italia), su burocratismo, etc., etc.
Lo que no se puede hacer es poner en duda sus sentencias. Ni la imparcialidad de los jueces. Si hubiera una duda acerca de su imparcialidad, se hacen ver las causales de implicancia o recusación[1].
Lo que hacen los populistas es presentar al poder judicial como corrupto en general, alejado del pueblo que ellos representarían. No las autoridades elegidas en elecciones, sino ellos mismos. Salvo que ellos hayan sido elegidos en elecciones, como es el caso de Trump, de Orbán (Hungría) y del PiS en Polonia o del Presidente checo, un populista de izquierda. En este punto -como en muchos otros- los populistas de derecha y de izquierda no se diferencian.
Lo que hacen los populistas es presentar al poder judicial como corrupto en general, alejado del pueblo que ellos representarían. No las autoridades elegidas en elecciones, sino ellos mismos. Salvo que ellos hayan sido elegidos en elecciones, como es el caso de Trump, de Orbán (Hungría) y del PiS en Polonia o del Presidente checo, un populista de izquierda. En este punto -como en muchos otros- los populistas de derecha y de izquierda no se diferencian.
Poner en tela de juicio las sentencias judiciales equivaldría a minar el estado de derecho y con ello, los cimientos de nuestra sociedad occidental. Después de todo, es eso precisamente lo que pretenden los populistas.
Hacerlo significa que yo me convierto en jueza de los jueces. Que yo decido acerca de su rectitud como personas, como jueces y además, juzgo sobre sus sentencias. Alguien, el pueblo, el vulgo, los miembros de los partidos populistas, ellos deciden si una sentencia es apropiada o no.
Es más, mejor sería si no hubiera sentencia. Si la policía, los Carabineros, pudieran castigar, mediante golpes, detención preventiva o no, a los delincuentes o a los supuestos delincuentes,
O, más bien, por qué no, que el mismo pueblo pueda lynchar a los delincuentes. Así, sin debido proceso, sin degensa… Si total, el pueblo sabe siempre lo que es lo correcto. De ahí a los tribunales populares hay sólo un paso. Justo ahora que se murió Fidel Castro, pienso en los tribunales populares cubanos…
En mi columna citada sostengo que “hacer justicia por la propia mano es absolutamente contrario al estado de derecho. Todos esos memes, esos comentarios, las opiniones que vemos y leemos en las redes sociales y que llaman precisamente a castigar directamente al presunto delincuente, sin recurrir a la justicia, que sería desastrosa e injusta ha contribuido a este intento de conculcación del imperio de la ley. Esto, ya que los tribunales no harían bien su trabajo. Las campañas de desprestigio de la justicia han llegado, en Chile, a niveles intolerables”.
Hace un par de semanas, una amiga me envió un meme (mim) desde Chile: “Carabineros los detiene y jueces corruptos los dejan en libertad”[2]. El mim expresa exactamente lo que critico. No deja de ser curioso que sea del movimiento nacional socialista chileno… que debe tener cinco adherentes; pero… Muchas cosas empiezan muy chicas y después, nos arrepentimos no de haberle dado más importancia y de haberlos combatido desde un principio. Combatido por la vía democrática, claro. No somos matones, ni nos ponemos en el mismo lugar de ellos.
Sí, existe el error judicial. Los jueces se pueden equivocar. Entre paréntesis, su existencia es uno de los argumentos para no aceptar la pena de muerte. Curiosamente, la misma pena de muerte que los populistas de todo el mundo pretenden reintroducir (Erdogan) en sus legislaciones o bien conservar.
Una cosa (legítima) es “estar chata” como me dice una amiga, con la delincuencia y otra cosa muy distinta es quitar legitimidad a quienes deben combatir la delincuencia. Sin duda, el camino correcto es fortalecer las instituciones, el estado de derecho, y también, prevenir. Pero sin estigmatizar, sin profilngs en que se pre-juzgue a gente pobre o más morena. Recuerdan el artículo de Joaquín García-Huidobro Halloween & Jálogüin
Una cosa (legítima) es “estar chata” como me dice una amiga, con la delincuencia y otra cosa muy distinta es quitar legitimidad a quienes deben combatir la delincuencia. Sin duda, el camino correcto es fortalecer las instituciones, el estado de derecho, y también, prevenir. Pero sin estigmatizar, sin profilngs en que se pre-juzgue a gente pobre o más morena. Recuerdan el artículo de Joaquín García-Huidobro Halloween & Jálogüin
Sobre la prevención, sería bueno que los chilenos captaran que ellos, como miembros de la OECD, ya no pueden seguir jugando a la república bananera y que hay que implementar muchos programas de prevención de la delincuencia, la criminalidad, la prostitución y la drogadicción. No basta con andar diciendo bravuconadas tipo mans, sino realmente, ponerse las pilas, combatir y prevenir como país civilizado, esto es, dentro del estado de derecho y sin recurrir a consignas populistas.
[1] Código orgánico de Tribunales, art. 194.