martes, 9 de noviembre de 2010

Comprensión y cariño para las mujeres, a menudo, en una situación difícil

En Humanitas N° 7, la traducción es mía, yo la envié a Humanitas para su publicación. Desde entonces y sin respetar el derecho de propiedad intelectual, algunos medios la han copiado sin siquiera citar la fuente de donde la tomaron.

El original es el mencionado en el post anterior: Zerstört Der Feminismus die Familie?

Para mí, el fazit es muy simple y concreto: dejemos de mirar a los demás, a los países que, en Europa, consideramos "retrasados", dejemos de mirar hacia atrás, mirémonos a nosotros mismos. ¿Qué Podemos cambiar nosotros, personalmente, en nuestra sociedad? Hagamos una introspección que dé frutos, que vaya más allá de una crítica estéril a los demás y nos lleve a cambiar nosotros mismos y nuestra sociedad. 

No necesitamos pensar en las mujeres cubiertas por un velo, como en Arabia Saudita, ni al pueblo africano de los Lyélas, que consideran a las mujeres como la parte más importante de la herencia. Por ejemplo, una de las fórmulas con que un hombre constituye a su hijo mayor como su heredero dice: “Te entrego mi tierra y mis mujeres”. No podemos tampoco juzgar con altanería el rapto de las novias de la aguerrida Esparta, ni lamentarnos de la llamada oscura Edad Media, que, por cierto, no fue una época tan hostil para la mujer. Como se ha dicho, no necesitamos ir tan lejos. Basta mirar a Europa ¿Se respeta a la mujer en la sociedad, en las familias? También hoy día se la considera, en innumerables avisos publicitarios, en el cine, en revistas del corazón y en conversaciones de sobremesa, como un ser no muy capaz intelectualmente, como un elemento de decoración y de exhibición, como mero objeto de deseo masculino.


Su dedicación a su casa y su familia no es ni se valora, ni se apoya como se debía. ¿No ocurre con cierta frecuencia que un hijo, sólo porque es varón, después de un suculento almuerzo dominical, se siente frente al televisor junto a su padre, mientras las hijas “desaparecen”, junto con su madre en dirección a la cocina? ¿O que una joven madre, que trabaja fuera de la casa, se las tenga que arreglar sola con las labores domésticas y más encima sea enjuiciada, pues no se preocuparía lo suficiente de su marido -que trabaja a tiempo parcial- y de sus hijos y que además sea criticada por no tener la casa limpia? ¡Cuántas mujeres casadas, que carecen de ingresos propios deben mendigar de sus maridos un poco de dinero y no tienen acceso a la cuenta bancaria, ni participación en las decisiones pecuniarias de la propia familia! Concedo que estas cuestiones pueden ser superficiales; sin embargo, demuestran cuánta -o cuán poca- comprensión y cariño reciben las mujeres, a menudo, en una situación difícil.

2 comentarios:

Ludmila Hribar dijo...

Cruda realidad que sigue vigente no solo en Alemania :) Un abrazo. Ljudmila

Marta Salazar dijo...

así es ;)
una realidad que tenemos que superar, para construir una sociedad más justa ;)