lunes, 5 de septiembre de 2011

No a las noticias positivas


Muchas veces se escucha una cierta opinión en el sentido que deberíamos sólo escuchar o transmitir "buenas noticias", únicamente "noticias positivas", "que no hagan mal a la salud". Incluso, hace un par de años, supimos de un proyecto de ley en Rumania que prohibía a los medios de comunicación informar sobre un cierto porcentaje de malas noticias al día y exigía un alto porcentaje de noticias positivas.

Pienso que plantear algo así es totalmente ingenuo y contraproductivo. Las noticias positivas no existen porque al/la receptor/a se le ocurra que, de ahora en adelante todo será color de rosa. Sería como acabar con los centros de metereología que pronostiquen mal tiempo y se creen nuevas instituciones que únicamente nos aseguren que tendremos buen tiempo. O, como hoy en Europa, prohibir las agencias de rating y crear una agencia europea que sea la única permitida y califique sólo con AAA... Sí, la línea de pensamiento es la misma.

No, el optimismo nace de reconocer la realidad tal como es y de ser ser capaces de comunicar malas noticias sin acritud. Estarán de acuerdo conmigo en que hay algunos medios (en algún país son especialistas en esto) que son capaces de comunicar la mejor de las noticias agriamente. La esperanza y el optimismo no nace de cerrar los ojos y no querer ver la realidad, ni hablar de ella. No es ocultar lo que ocurre. Los optimistas no vivimos en mundos artificiales de Bilz y Pap, vivimos en el mundo real, por eso, somos realistas.

Me temo que, verdaderamente, la actitud de quienes ilusamente piden dar sólo "buenas noticias" demuestre que ellos son especialmente pesimistas, ya que piensan que el porcentaje de bien en el mundo es tan poco que hay que subsidiarlo.

Mi amigo Crispulo Marmolejo, a propósito de lo que hemos vivido en Chile el fin de semana (accidente aéreo en la Isla Juan Fernández, en que murieron 21 compatriotas), escribe en Facebook (y por ahí va lo que yo digo en este post):


Una vez mas hemos sido puestos en situacion de buscar y encontrar un sentido sobrenatural al dolor y las dificultades. No hay que tener miedo a hacerlo. No nos debilita ni nos hace menos racionales: nos ayuda a comprender la sencillez de la vida.




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