lunes, 10 de octubre de 2011

Sobre Steve Jobs, de Andrés Oppenheimer

Excelente el artículo de Andrés Oppenheimer: La ventaja de Steve Jobs

Cito: Según el estudio del Banco Mundial “Haciendo Negocios, 2011”, en Estados Unidos se requieren 6 días y 6 procedimientos legales para iniciar una empresa, comparado con los 47 días y 10 procedimientos legales que se necesitan en España, 147 días y 17 procedimientos legales en Venezuela, 120 días y 15 procedimientos legales en Brasil, 26 días y 14 procedimientos legales en Argentina, y 9 días y 6 procedimientos legales en México.

En lo referido a la facilidad para obtener crédito e iniciar una empresa, Estados Unidos ocupa el sexto lugar en el mundo, Perú el puesto número 15, España y México el puesto 46, Argentina el 65, Chile el 72 y Venezuela el puesto 176, según el mismo informe.

Con respecto a la protección intelectual de las patentes —para impedir que otras personas roben una invención—, Estados Unidos ocupa el quinto lugar en el mundo, Perú el número 20, Chile el 28, México el 44, Brasil el 74, España el 93, Argentina el 109 y Venezuela el 179, según el estudio.

Aunque el informe del Banco Mundial no lo considera, otro factor importante en el caso de Jobs y otros tantos innovadores, es la tolerancia de la sociedad al fracaso individual. En muchos otros países, la carrera de Jobs hubiera terminado cuando fue despedido de Apple. Tanto sus pares profesionales como sus potenciales inversores lo hubieran considerado un fracasado, pero en la cultura de innovadores de Silicon Valley, muy pronto Jobs se reinventó y volvió al ruedo.

Mi opinión: Jobs pasará a la historia como un gran innovador, pero no coincido con los innumerables artículos que aparecieron después de su muerte, que lo describían como un genio único en su tipo. Estoy seguro de que existen otros Steve Jobs, Gates, o Zuckerbergs en potencia en muchos otros países, pero no se les permite dar rienda suelta a su talento creativo porque sus entornos no recompensan —y con frecuencia reprimen— la innovación.

En varios países europeos y en casi todos los latinoamericanos, Jobs hubiera sino uno de los tantos emprendedores frustrados que no pueden materializar sus invenciones, o uno más de los millones de pequeños empresarios que trabajan en la economía subterránea, sin poder producir nada masivamente. Y en el Estados Unidos de hoy, no sé si Jobs conseguiría la financiación necesaria para iniciar un nuevo emprendimiento.

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