martes, 7 de enero de 2020

Reflexiones sobre una nueva constitución para Chile, por Javier Edwards

Recibí este texto por whatsapp. Copio lo que recibí. Supongo que será de Javier; pero no estoy segura, ni tengo cómo comunicarme con él para preguntarle.
El abogado Javier Edwards Renard autorizó publicar su muy claro y fundado análisis de por qué es correcto votar NO a la propuesta de nueva Constitución.
*VOTO RECHAZO* Como abogado he estudiado la Constitución vigente a lo largo de su evolución. He vuelto a analizar en profundidad sus disposiciones considerando todas las modificaciones introducidas en democracia. Me parece una Constitución democrática, razonable, protege los derechos fundamentales que garantizan todos los regímenes democráticos occidentales. Sus instituciones son razonables y dan estabilidad, equilibrio y representatividad a la ciudadanía.
Las legítimas demandas ciudadanas pueden satisfacerse con cambios legislativos adecuados que no requieren mover una coma a la constitución. La estabilidad de la constitución es la estabilidad del país y sus ajustes deben recoger mayorías adecuadas para no convertirla en la herramienta de mayorías de turno o manipulaciones para perpetuar en el poder a algún gobernante inescrupuloso.
No veo ninguna razón jurídica para considerar necesario y beneficioso apoyar que una Constitución que funciona y protege a los chilenos y extranjeros en nuestro país, que responde a estándares aceptados internacionalmente, tenga que ser sustituida por el incierto texto que redacte una Convención Constituyente o un grupo de parlamentarios inspirados en una equivocada demagogia surgida de una explosión social cuyo norte es poco claro.
La Constitución vigente contiene un razonable pacto social que debe ser honrado con la legislación adecuada. Ese es el trabajo del gobierno, el congreso y los tribunales, también de los ciudadanos, quienes debemos votar para elegir a nuestros mejores representantes, buscando la excelencia, el conocimiento, la capacidad, la honestidad.
También los ciudadanos debemos ser responsables con nuestro voto en el plebiscito de abril del 2020. ¿Creemos de verdad que un cambio de constitución nos dará una mejor, más clara, más justa, más segura, que ella solucionará las promesas antes las demandas sociales? Con todo el respeto de las opiniones que difieran de la mía, creo que la respuesta a cada una de esas preguntas es un categórico NO.
La solución a los problemas demandados tiene que ver con medidas legislativas y administrativas concretas, bien elaboradas, acordadas por la sociedad política elegida por ciudadanos. La calle, la gente, la masa, ha hecho presentes sus dolores, hay que hacerse cargo de ellos. El esfuerzo de una nueva constitución, innecesaria, el tiempo que llevará materializarla, la incertidumbre que generará, el impacto económico que ello tendrá, el debate oportunista de los políticos, todo pondrá en segundo lugar lo que realmente es necesario, sin que dicho cambio sea esencial para lo segundo.
Escribir una constitución no es un ejercicio de improvisación, ni podrá recoger todas las ideas de las cabezas más imaginativas (puedo anticipar un colorido circo de propuestas). En conciencia, y por el bien del país y de todos, para poner las prioridades en las verdaderas urgencias: votaré NO al cambio de constitución.
Del mismo modo que me parece absurdo y populista, innecesario, ponerle Plaza de la Dignidad al peladero en que se convirtió la inocente Plaza Baquedano, sino trabajamos de verdad en un plan de gobierno y legislativo que construya esa dignidad. Así, cada dictadura construye monumentos a la libertad, y la politiquería y la demagogia hablan de palabras como dignidad, justicia, equidad y quieren monumentos no políticas, leyes, normas y su aplicación.
Del mismo modo cambiar la constitución es un acto falso con respecto a su propósito, es una mentira política. Y su propósito, en algunos con ambiciones refundacionales, es un acto revolucionario para convertir a Chile en un proyecto viciado que no traerá ninguno de los beneficios que la gente desea. Ojalá el voto joven lea historia con mentalidad crítica, ojalá los que hemos vivido más no olvidemos la historia de últimos 40 años.

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